¡AL FIN DEBEMOS PENSAR!
y el más joven le dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me toca.” Entonces el padre repartió los bienes entre ellos. Pocos días después el hijo menor vendió su parte de la propiedad, y con ese dinero se fue lejos, a otro país, donde todo lo derrochó llevando una vida desenfrenada. Pero cuando ya se lo había gastado todo, hubo una gran escasez de comida en aquel país, y él comenzó a pasar hambre. Fue a pedir trabajo a un hombre del lugar, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Y tenía ganas de llenarse con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. AL FIN SE PUSO A PENSAR: “¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores.” Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre. »Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos. El hijo le dijo: “Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.”
Lucas 15:12-21 DHH94I
La Biblia nos enseña que Dios ama a todas las personas y desea que todos se acerquen a Él. Sin embargo, también reconoce que algunas personas pueden rechazar a Dios y alejarse de su amor y propósito para sus vidas. Un ejemplo de esto se encuentra en el texto anterior de la parábola del hijo pródigo.
En este pasaje, el hijo menor decide alejarse de su padre y gastar su herencia en una vida de excesos. Sin embargo, cuando se encuentra en una situación desesperada, AL FIN SE PUSO A PENSAR de que necesita regresar a su padre. A pesar de su rechazo anterior, el padre lo recibe con amor y alegría.
Este relato nos muestra que, incluso cuando rechazamos a Dios, Él siempre está dispuesto a recibirnos de vuelta cuando nos arrepentimos y volvemos a Él. Es un recordatorio de que no importa cuánto le hemos dado la espalda a Dios en el pasado, siempre hay esperanza de reconciliación y restauración.
Cuando AL FIN NOS DA POR PENSAR en que tenemos un Padre dispuesto a perdonarnos, a darnos una vida nueva, cuando verdaderamente corremos a sus brazos y de regreso a casa, recibiremos la bendición que ha preparado para sus hijos, su amor te espera, piensa como está tu vida y corre hacia Él.
Dios te continúe bendiciendo
Julia Andrea Bustamante
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