¡CÓMO NO AMARLO!
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Isaías 53:4-5 RVR1960
El dolor y la enfermedad son consecuencias de la rebelión del hombre hacia su creador, es el triste resultado de la desobediencia; Dios le dió libre albedrío a Adán y Eva y le advierte la terrible consecuencia que sufriría al pecar, pues ya el mal existía; sin embargo aquella obra Maestra creada para tener una vida llena de bendiciones, toma la decisión de desobedecer.
Pero el Señor Dios le advirtió: Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás.
Génesis 2:16-17 NTV
A partir de ese momento todos los seres humanos estamos expuestos a sufrir, a sentir dolor en todas nuestras áreas; Pero las malas noticias dan un giro a causa de la misericordia de nuestro Padre, por su gran amor a su obra creada, decide entregar a su Hijo único, todo nuestro dolor, sufrimiento y enfermedad es puesto sobre la espalda de aquel que nunca había pecado; era necesario que el Santo, intachable, el cordero sin pecado tomara nuestro lugar y gracias a sus heridas nosotros podemos experimentar paz, sanidad, descanso y perdón de pecados.
Cristo sufrió por nuestros pecados una sola vez y para siempre. Él nunca pecó, en cambio, murió por los pecadores para llevarlos a salvo con Dios. Sufrió la muerte física, pero volvió a la vida en el Espíritu.
1 Pedro 3:18 NTV
¿Cómo no amar y darle la vida entera a aquel que tomó nuestro lugar, cómo no amar a aquel que nos da la paz que sobrepasa todo entendimiento, cómo no amar a aquel que vino a traer sanidad y vida eterna?
¡Ni aún la muerte nos podrá separar de su amor!
¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte? Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó. Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Romanos 8:35, 37-39 NTV
¡Cómo no amarlo!
Dios te continúe bendiciendo
Julia Andrea Bustamante
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