¡DICHOSO TÚ QUE OYES!

 


Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.

S. Mateo 13:16‭-‬17 RVR1960


Durante 1 minuto quiero que estés en silencio y seas consciente de lo que estás escuchando, los sonidos lejanos y los de más cerca.


¿Cuáles sonidos reconociste?

¿Les pusiste atención?

¿Te costó sostener el minuto para escuchar?


Todos los que tenemos oídos, podemos percibir muchos sonidos externos; sin embargo en ocasiones no prestamos atención o no escuchamos lo que nos quieren decir; en este momento existen cantidad de personas a las que el Señor Jesucristo está buscando a través de su mensaje, llamando al arrepentimiento, a que se vuelvan del mal camino, con alta voz les ha buscado intensamente mostrándole su amor y no han percibido su voz; sencillamente porque los corazones se han endurecido.


En el texto inicial vemos a Jesús diciéndole a sus discípulos cuán afortunados son por poder ver y OÍR lo que dice ; en este devocional vamos a enfocarnos en el OÍR.


Nosotros, como seguidores de Jesús debemos sentirnos muy felices de escuchar el mensaje de Salvación y más aún, saber que el mensaje nos ha sido revelado por ser sensibles a su voz.


En esa misma ocasión, Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo: Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes y por revelárselas a los que son como niños. Sí, Padre, te agradó hacerlo de esa manera. Mi Padre me ha confiado todo. Nadie conoce verdaderamente al Hijo excepto el Padre, y nadie conoce verdaderamente al Padre excepto el Hijo y aquellos a quienes el Hijo decide revelarlo.

Lucas 10:21‭-‬22 NTV



Jesús constantemente quiere hablarnos, revelarnos sus pensamientos, Él es el Pastor que anhela que sus ovejas puedan reconocer su voz, pues hay voces externas que quieren arrebatarnos de su manos, desviarnos de su camino.




Mis seguidores me conocen, y yo también los conozco a ellos. Son como las ovejas, que reconocen la voz de su pastor, y él las conoce a ellas. Mis seguidores me obedecen, y yo les doy vida eterna; nadie me los quitará. Dios mi Padre me los ha dado; él es más poderoso que todos, y nadie puede quitárselos.

Juan 10:27‭-‬29 TLA


Si queremos escuchar la voz nítida de Dios, no podemos separarnos de su palabra; las escrituras son su voz, de esa manera no haremos caso a otras voces que nos quieran seducir; el Espíritu Santo es nuestro amigo que nos ayudará a identificar la voz del Maestro.


Cuando venga el Espíritu Santo, él les dirá lo que es la verdad y los guiará, para que siempre vivan en la verdad. Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que oiga de Dios el Padre, y les enseñará lo que está por suceder.

Juan 16:13 TLA


¡Dichoso tú que oyes!


Dios te bendiga


Julia Andrea Bustamante

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