¡ENTREGA TU TESORO!
Un día subían Pedro y Juan al templo a las tres de la tarde, que es la hora de la oración. Junto a la puerta llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que todos los días dejaban allí para que pidiera limosna a los que entraban en el templo. Cuando este vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les pidió limosna. Pedro, con Juan, mirándolo fijamente, le dijo: —¡Míranos! El hombre fijó en ellos la mirada, esperando recibir algo. —No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, PERO LO QUE TENGO TE DOY. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! Y tomándolo por la mano derecha, lo levantó. Al instante los pies y los tobillos del hombre cobraron fuerza.
Hechos 3:1-7 NVI
Todos aquellos que hemos rendido nuestro corazón al Señor tenemos la mayor riqueza; aunque nuestros bolsillos estén vacíos tenemos mucho para darle a las personas más necesitadas ; ese fue el caso de Pedro y Juan como lo relata el texto inicial, hombres llenos del Espíritu Santo, no dudaron en compartir su mayor riqueza: JESÚS, era lo único que tenían sin embargo lo más valioso para quienes los escuchaban; ellos, simples vasijas de barro, llenos del tesoro más grande, Dios con su poder para sanar, liberar, traer paz y lo más importante Salvar.
Cuando Dios nos dio la buena noticia, puso, por así decirlo, un tesoro en una frágil vasija de barro. Así, cuando anunciamos la buena noticia, la gente sabe que el poder de ese mensaje viene de Dios y no de nosotros, que somos tan frágiles como el barro.
2 Corintios 4:7 TLA
Hoy en día hay muchos que como aquel paralítico, personas están con parálisis espiritual; como hijos de Dios no podemos vacilar a la hora de compartir con alguno de ellos, ¡no olvides! si alguno te pide, ¡ENTREGA TU TESORO!
Dios te continúe bendiciendo
Julia Andrea Bustamante
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