LA BENDICIÓN DE LA CORRECCIÓN

 


"Bienaventurado el hombre a quien tú, Señor, corriges, y en tu ley lo instruyes" (Salmos 94:12).

Este versículo nos recuerda que la disciplina de Dios no es un acto de castigo, sino de amor. Ser corregidos por el Señor es un privilegio porque demuestra que somos hijos suyos y que Él desea guiarnos hacia caminos de rectitud y bendición. En la corrección, Dios nos enseña a vivir conforme a su Palabra, fortaleciendo nuestro carácter y nuestra relación con Él.

La corrección divina puede ser incómoda en el momento, pero su propósito es transformarnos y moldearnos a la imagen de Cristo. Nos invita a aceptar con humildad su disciplina y a confiar en que todo lo que Él permite en nuestra vida tiene un propósito eterno.

"Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones, porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido".

Proverbios 3:11-12 

Este pasaje reafirma que la corrección es una expresión del amor paterno de Dios. Su disciplina es una evidencia de que somos amados y valorados.

"Nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella."

Hebreos 12:10-11 

Aquí se nos anima a tener una perspectiva a largo plazo. Aunque la disciplina puede parecer dura, su fruto es justicia, paz y santidad.

Si hoy estás siendo disciplinado, !Gózate! , es una evidencia del amor de Papá, El sabe cómo corregir al quien toma por hijo.

Dios te continúe bendiciendo 

Julia Andrea Bustamante 


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