¡PÓNGALE SABOR!


Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. 

S. Mateo 5:13 RVR1960‬


En este pasaje, Jesús nos compara con la sal. La sal es un elemento esencial que da sabor y preserva. Del mismo modo, como seguidores de Cristo, debemos influir positivamente en el mundo que nos rodea. Debemos llevar el sabor de Cristo a todas las áreas de nuestra vida, mostrando amor, bondad y gracia a los demás. Así como la sal preserva los alimentos, nuestra presencia como creyentes puede ser un testimonio vivo que preserve la verdad y la justicia en un mundo que a menudo se desvía de los caminos de Dios.


 "Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos, y vivid en paz unos con otros."

Marcos 9:50


Esta metáfora de la sal se refiere a la influencia positiva que los discípulos deben tener en el mundo, preservando la verdad y la moralidad. Jesús nos está instando a mantener el testimonio cristiano vivo y a vivir en armonía y unidad entre nosotros.


- "Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno."

Colosenses 4:6


Esta enseñanza nos recuerda la importancia de comunicarnos de manera amable, amorosa y respetuosa, especialmente cuando compartimos nuestra fe o interactuamos con los demás. La referencia a la sal sugiere que nuestras palabras deben ser sabias, preservando la verdad y teniendo un impacto positivo en quienes nos rodean.


"Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes."

Efesios 4:29


En este versículo, el apóstol Pablo exhorta a los creyentes a tener cuidado con sus palabras y a hablar de manera edificante. Nos recuerda la importancia de usar nuestras palabras para edificar a los demás, en lugar de herir o destruir. Pablo destaca que nuestras palabras deben ser útiles y beneficiosas, transmitiendo gracia a quienes nos rodean.


Dios nos invita a ser la sal del mundo y nos exhorta a vivir de manera que reflejemos la luz de Cristo en todo lo que hacemos 


¡Oremos: Señor, ayúdame a ser como la sal en este mundo. Permíteme ser un agente de cambio positivo, llevando tu amor y tu luz a donde quiera que vaya. Que mi vida refleje tu sabor y tu gracia, y que pueda preservar la verdad y la justicia en medio de un mundo que tanto lo necesita. Amén.


PÓNGALE SABOR! 

El mundo lo necesita 


Dios te continúe bendiciendo 


Julia Andrea Bustamante

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