RECONOCIDOS COMO TRIGO


En el Evangelio según San Mateo, Jesús nos cuenta la parábola del trigo y la cizaña, una historia que ilustra de manera profunda la diferencia entre aquellos que realmente pertenecen al Reino de Dios y aquellos que, aunque se creen parte de él, al final serán rechazados.

"Les presentó otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras la gente dormía, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando la hierba creció y dio fruto, apareció también la cizaña. Y los siervos del padre de familia, acercándose, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? Pero él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega; y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero."

Mateo 13:24-30

En esta parábola, Jesús hace una clara distinción entre el trigo y la cizaña. El trigo representa a aquellos que pertenecen al Reino de Dios, mientras que la cizaña es simbólica de aquellos que parecen ser parte del Reino, pero en realidad no lo son. La cizaña es una planta parecida al trigo, pero es inútil y perjudicial, y al final será separada y destruida.

La cizaña en la parábola representa a aquellos que se engañan a sí mismos o intentan engañar a otros pensando que son parte del Reino de Dios, pero en su corazón no lo son. Son aquellos que, aunque aparentan una vida cristiana, sus frutos no son verdaderos. Jesús mismo nos advirtió de este tipo de personas en su enseñanza.

"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad."

Mateo 7:21-23

Este pasaje resalta que no es suficiente con hacer cosas aparentemente buenas en el nombre de Jesús. Lo que importa es tener una verdadera relación con Él y vivir conforme a su voluntad. Los que se creen parte del Reino pero no tienen una verdadera fe, al final, serán apartados.

La parábola de la cizaña también nos enseña que al final de los tiempos habrá una separación definitiva entre los justos y los injustos. Jesús mismo explica la parábola a sus discípulos

"El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; y la cizaña son los hijos del maligno; el enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. Así como se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviaré a mis ángeles, y recogerán de su reino a todos los que hacen caer en pecado y a los que hacen iniquidad; y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga."

Mateo 13:37-43

Es importante que no caigamos en la trampa de pensar que por ser parte de una iglesia X o Y o por hacer buenas obras, somos automáticamente parte del Reino de Dios. Jesús quiere corazones transformados, personas que lo sigan de manera genuina, que busquen su voluntad por encima de todo. Debemos examinar nuestra vida, nuestros frutos, y asegurarnos de que estamos caminando en la verdad.

Aunque solo el Señor sabe quien hace parte del trigo y quien de la cizaña son los frutos los que nos hacen manifestar quienes somos en realidad 

  "Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos; pero el árbol malo da frutos malos. Un buen árbol no puede dar malos frutos, ni un árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis."
Mateo 7:16-20

En conclusión, debemos estar atentos a cómo vivimos y a los frutos que producimos, pues al final todo será revelado. Que nuestro corazón esté firme en la fe y en la obediencia a Dios, para que podamos ser RECONOCIDOS COMO TRIGO, genuinos seguidores de Cristo, y no como cizaña que será apartada.

Dios te continùe bendiciendo

Julia Andrea Bustamante

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