¡SED DESESPERANTE!

 


Dios mío, tú eres mi Dios, desesperado te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser suspira por ti, como la tierra seca y árida desea el agua.

Salmos 63:1 PDT


Las anteriores son las palabras del Rey David cuando estuvo en el desierto de Judá; su sed por Dios era tan grande que buscaba su presencia desesperadamente.

Nuestra vida en ocasiones también es pasada por el desierto, nos sentimos secos, con tanta sed que anhelamos ser saciados completamente.  El salmista David tenía muy claro quien era el único que podía ayudarle en su necesidad; de la misma manera todas las personas debemos buscar con todo nuestro corazón a quien nos da el agua viva y no salir a buscarlas en otras fuentes que no sacian. 


Mi pueblo ha cometido dos pecados en mi contra: Me ha abandonado a mí, fuente de agua viva, y luego ha cavado sus propias cisternas; pero esas cisternas están rotas y no pueden darles agua.

Jeremías 2:13 PDT


Cavar cisternas propias es creer que nuestros planes, proyectos nos van a satisfacer, es pensar que seremos saciados con una cantidad de alternativas que en ningún momento pueden compararse a la verdadera fuente de vida.


En el último día de la fiesta, el más importante, Jesús se levantó y gritó: —Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba. Las Escrituras dicen que del interior del que cree en mí saldrán ríos de agua viva.

Juan 7:37‭-‬38 PDT


Si estás desesperado como en tierra árida y seca, te invito a que bebas de la fuente de vida: ¡Jesucristo!


Dios te bendiga


Julia Andrea Bustamante

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