¡SI CALLAS, TE ENFERMAS!

 


Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día.

Salmos 32:3 RVR1960


El anterior pasaje de las escrituras fue escrito por el Rey David, siervo de Dios quien cometió graves errores como cualquier ser humano, además experimentó en carne propia la debilidad corporal al no confesarle al Señor sus faltas, vio su cuerpo consumirse al punto de sentir que sus huesos se envejecían; no debió ser nada agradable la experiencia que vivió; el descanso para su desgracia fue confesar cada falta y de esa manera recibió perdón y sanidad.


Pero te confesé sin reservas mi pecado y mi maldad; decidí confesarte mis pecados, y tú, Señor, los perdonaste. Los malvados tendrán muchos dolores, pero el amor del Señor envuelve a los que en él confían.

Salmos 32:5‭, ‬10 DHHDK


El pecado encubierto puede hacer que enfermemos; callarlo, en ocasiones llevará a nuestro Padre Celestial al punto de disciplinarnos, reprendernos y una forma de hacerlo es permitiendo que nuestro cuerpo experimente quebranto y dolor; en este caso en especial el salmista nos habla de sus huesos, cada día se iban debilitando.


y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?

Hebreos 12:5‭-‬7 RVR1960


Aunque Dios conoce cada uno de nuestros pecados, desea que reconozcamos con humildad cada transgresión y en ningún momento quiere vernos enfermos.


El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; Mas el que endurece su corazón caerá en el mal.

Proverbios 28:13‭-‬14 RVR1960


En muchas ocasiones la recuperación de nuestra fuerza, el alivio para nuestro dolor está en nuestras propias manos, solo es confesar y arrepentirse.


Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que tiempos de alivio vengan de la presencia del Señor,

Hechos 3:19 NBLA


Recuerda

¡Callar  te puede enfermar!


Dios te bendiga


Julia Andrea Bustamante


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